Triste historia de una mujer que hoy pelea vestida de super mamá
Lee esta historia, es un buen homenaje a muchas madres que están en la lucha diaria, y terminar este día colaborando con ella es un buen motivo de felicidad compartida: la de ella para apagar necesidades y la tuya porque dar es amor.
Es difícil hablar de estos temas cuando la verdad es tan cruda que no parece ser cierta.
Cuando ella nació lo hizo con una discapacidad, su brazo era muy pequeñito comparado con el otro y nunca se desarrolló.
Esta niña tenía apenas 4 años cuando su tío la ultrajó sexualmente.
Y tenía apenas diez años cuando su padre, separado de su mamá y viviendo en una casita cerca del lugar donde lo hacía su hija, la violó.
Nunca le contó a su madre porque no volvió nunca más en su bicicleta pequeña, feliz, a la casa de su papá a verlo.
La madre no se dio o no quiso darse cuenta.
Fue su hermana mayor quien la recibió a los 15 años cuando decidió dejar su hogar cansada ya de tantas insinuaciones de las diferentes parejas hombres de su mamá.
Desde su ciudad natal se trasladó a Florida donde vive su hermana.
Luego se ennovió y se fue a vivir en pareja a un pueblo cercano.
Un par de años después, a los 17, quedó embarazada de su primer hija de esta primer pareja.
Un par de años después se separó y conoció a su segunda pareja con quien tuvo a los 20 años su segundo hijo.
A los dos años se separó y regresó de nuevo con su primer pareja, quizás esta vez sí, pero la cosa no volvió a funcionar.
De nuevo se fue a vivir son su hermana mayor, pero ya con dos pequeños, y sumado a la familia de su hermana eran muchos para estar bajo el mismo techo.
Debió partir del pueblo para volver a Florida y con unos poquitos pesos guardados y prestados alquiló en nuestra ciudad una casita a $ 3500.
A ese precio uno se imagina lo que era, no tenía nada, ni siquiera una cerradura para su seguridad.
No había llegado al mes cuando el padre de la nena llegó, vio esta situación y le dijo que de ninguna manera su hija se iba a criar así y ahí, y que con ella y su hermanito, se fueran a otro pueblo donde él tenía una casita alquilada pero mucho más decente que esta.
Y así fue.
Ahora está en otro pueblo cercano viviendo.
Pero sin nada, solo con hidalguía y dignidad.
Sus pequeños van a la escuelita y ella estuvo trabajando en jornales solidarios en los que se volverá a anotar ahora rezando salir.
Con sus dos pequeños y su discapacidad vive solo con una tarjeta del mides, las dos asignaciones familiares y lo que pueden pasarle cuando pueden los dos papás de sus hijos.
No tienen nada, nada.
Un colchón que se compró de dos plazas donde duermen los tres en el piso.
Se acurrucan para no pasar frío a falta de acolchados y demás ropa de cama.
No tienen heladera, compra alimentos de a poquito para consumir en el día y las cosas no se pudran, y las pone en una pequeña mesita que arregló tras encontrarla tirada en el fondo de la casita.
Tienen dos sillas.
No tiene cocina, solo una pequeña garrafa de 3 kg y dos tachitos que pudo comprar.
Y ningún otro mueble.
Ni tv, ni wifi, ni calefacción, ni nada.
Lo increíble es que cuando la conocimos y nos reunimos para conocer su historia, ella sonríe.
Aún sonríe, y define su camino como la guardiana de sus hijos.
Nos dijo que de ninguna manera van a pasar lo que está mamá de 23 años pasó.
Porque tiene 23 años hoy, y a días de sus 24.
Su hija tiene 8 y su hijito 3 añitos.
Y los tres son felices sin nada.
¿Podremos ayudar?
Este escrito es un mensaje dirigido a la población y a las autoridades.
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Dale.
Ayudemos un poquito a que la vida de otros sea un poco mejor.
Nos hará bien a todos.
Y quizás después de traer algo que te sobra a ti y le falta a otro, miremos alrededor y encontremos un mundo un poquito mejor.
Por nuestro hijos y por la lucha de muchas mamás.
