27 de junio de 2025

Proclama de Carlos Enciso al Partido Nacional y al País

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Proclama al Partido Nacional y al País

Carlos Enciso

Florida, 26 de junio de 2025

Compatriotas todos,
¡Compañeros y compañeras!

En primer lugar, quiero comenzar agradeciendo de corazón a todos los compatriotas de buena voluntad que en períodos pasados y en la reciente instancia electoral han hecho posible un país republicano y libre, convocado, sin distinción de banderías, por la gran tarea que nos dejó Wilson: construir una vida digna para los más de tres millones de uruguayos y para los ciudadanos extranjeros que construyen también el país.

En especial, agradezco a los nacionalistas, a los blancos, que acompañaron a un gran gobierno del Partido Nacional, presidido por Luis Lacalle Pou. Mujeres y hombres libres que a lo largo y ancho de la Patria ratificaron la vigencia de nuestro partido, cuya razón de ser y cuyas banderas, heredadas del artiguismo, se confunden con las de la patria misma.

Por eso, esta proclama no la hago solo en mi nombre, ni en el de los ciudadanos de nuestro departamento de Florida (cuna de la Independencia) que representamos, sino también en el de muchos nacionalistas de todo el país, que creen que es un deber estar presentes y activos, en este momento histórico para nuestra colectividad. No nos impulsan intereses personales ni sectoriales: venimos porque es nuestro mandato, desde el fondo de la historia, para cumplir con nuestros grandes héroes, como Manuel Oribe, Bernardo Berro, Jacinto Párraga, Leandro Gómez, Timoteo Aparicio, Diego Lamas, Carmelo Cabrera, Aureliano Rodríguez Larreta, “Chiquito” y Aparicio Saravia, Carlos Roxlo, Carlos Quijano, Antonio Lussich, Leonel Aguirre, Washington Beltrán, el gran Luis Alberto de Herrera, Eduardo Víctor Haedo, Mario Heber, el “Toba” Gutiérrez Ruiz, Carlos Julio Pereyra, Dardo Ortiz y, por supuesto, Wilson Ferreira Aldunate. Asimismo, en el nombre de María Josefa Oribe y Viana, también todas aquellas grandes mujeres nacionalistas de nuestra rica historia.

El país enfrenta una vez más desafíos enormes, muchos de ellos urgentes.

Ante todo la lucha diaria, siempre renovada, en la defensa de la libertad, la Constitución y el estado de derecho en todos los ámbitos de la vida nacional. Nuestra antigua divisa de “Defensores de las Leyes” nos indica el camino y nos compromete.

La superación de la indigencia y la radical reducción de la pobreza infantil son desafíos impostergables que interpelan a todo el sistema político. No hay desarrollo real si no empieza por quienes más necesitan. Porque un país verdaderamente justo se construye desde abajo, creciendo desde el pie, asegurando dignidad a cada niño y niña desde el primer día.

Entre los desafíos a nuestra soberanía nacional se erigen el narcotráfico y el crimen organizado y la batalla por el efectivo dominio de nuestro mar territorial y nuestra zona económica exclusiva.

Pero también tenemos la enorme tarea de incentivar la producción y apoyar decididamente al agro, reconociendo el esfuerzo de los empleados rurales, de los peones, de los tamberos que se levantan antes del sol y hacen patria con sus manos. El país productivo empieza allí, en el campo, en la tierra que no descansa.

Solo así podremos hacer frente al desafío de un proyecto nacional de desarrollo, que ofrezca a todos los departamentos del país, y a su gente, prosperidad y oportunidades para crear nuevas actividades y agregar valor económico a nuestra producción y a nuestras exportaciones, tanto agrarias, como industriales y de servicios.

Un proyecto incluyente, basado en una educación de alta calidad para todos y una ciencia, tecnología e innovación en expansión.

Como decía el viejo caudillo, “los orientales no deben pelear entre hermanos”, sino juntar fuerzas para el bien común, sin la hegemonía y el exclusivismo de un partido, como bien lo sabemos los blancos, que protagonizamos siempre la lucha por las libertades fundamentales (en especial entre 1830 y 1916 y entre 1973 y 1985).

Estas son pues las dos grandes tareas del Partido Nacional:
En el plano de los grandes desafíos nacionales, ser la verdadera fuerza transformadora, que rescate a los compatriotas más vulnerables, que contribuya al desarrollo del interior y de las periferias metropolitanas, y que ponga coto a los efectos de peligrosas amenazas transnacionales y locales.

En el plano político ser un partido capaz de cimentar la unidad nacional, sobre la base de una democracia pluralista.

Es por eso que la batalla por la identidad nacional se definirá en octubre de 2029, y ahora y entonces, tenemos que estar preparados.

Nosotros no olvidamos que los ediles, los suplentes, los dirigentes barriales, los alcaldes, son los que le ponen el pecho a las demandas de la gente. Porque la política no se reduce a expedientes ni resoluciones: la política es vínculo, es afecto, es respeto mutuo.

Por eso creemos en un partido implantado con fuerza en todo el país, con la fuerza del voto popular.

Vamos por más, con humildad pero con firmeza.

Hoy el desafío no es menor: construir un partido activo y vigente en todos los municipios del área metropolitana y en todos los pagos del país.

Hoy más que nunca, hay que reactivar las Seccionales, fortalecer las Comisiones departamentales, y —como en los tiempos de Saravia— hacer que el partido se alimente desde abajo, desde los pueblos, desde los caminos de tierra, desde la casa del vecino. Porque allí es donde se da la pelea por el futuro.

Por eso, correligionarios y correligionarias: debemos organizarnos, estudiar y actuar.
Este partido, el de los blancos del interior, el de los barrios, el de las patriadas populares, tiene que volver a encender su llama. 

Que el Directorio no nos convoque cuando ya estalló el problema: que nos escuchen antes, que nos consulten siempre.

A todos ustedes, militantes, referentes, dirigentes: les digo que no están solos. Que cada ataque que venga contra uno de nosotros será defendido por todos.

¡Adelante! ¡Ni un paso atrás! ¡Por un interior con voz propia! Por un Partido que este en los todos los barrios, sin complejos, ¡por un Uruguay de todos! 

Gracias. Y, como siempre, ¡a las órdenes!

¡Vivan los blancos!

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