En Florida también germina la semilla amarga de la homofobia

Sobre el «puto de mierda» del senador Sebastián Da Silva editorial de la profesora Andrea Rocca

Una boca que grita, lo que desde la mente no se puede esconder…
Ayer, en Cámara de Senadores, Sebastián Da Silva dejó caer un “puto de mierda”.
No fue un error, no fue un impulso que se le escapó, fue la sombra de lo que piensa, la certeza de una creencia que nunca cuestionó.
No fue un tropiezo de su lengua, fue un reflejo de su mente.
La homofobia no se esconde: camina entre nosotros y se hace presente hoy en el Palacio Legislativo con los dichos del «Señor».
Las disculpas son pañuelos sobre un incendio: pueden cubrir la llama un instante, pero el fuego ya está prendido.
Las palabras dejan huella; abren grietas invisibles por donde se cuelan el prejuicio y la violencia.
Y no es solo él, no podemos tapar el sol con un dedo, en nuestra ciudad también germina esta semilla amarga; en el comentario que se celebra con una carcajada, y en los que guardan un silencio rancio ante dichos y palabras que abren la puerta a toda discriminación.
Y repito: Sebastián Da Silva dijo “puto de mierda”.
No fue un error, fue la lengua mostrando lo que la mente guarda, el espejo de una homofobia cómoda, segura y orgullosa.
No hay disculpas que limpien el veneno.
No es un insulto: es un retrato.
Y si no lo señalamos con nombre y apellido, el odio seguirá cómodo, alimentando vidas menos dignas.
Senador Sebastián Da Silva, sus palabras pesan.
Y si no las rompemos, si no las señalamos y las hacemos pedazos, seguirán colgadas en la sala más oscura de nuestra democracia, alimentando la idea de que hay personas menos personas.
Porque la homofobia no nace de las palabras, pero las palabras la sostienen y mucho.
Y si callamos, nos convertimos en eco de lo mismo que decimos repudiar.
El odio no merece silencio ni comodidad.

Andrea Rocca C.I. 4.294. 664-4